Andres Arana

lunes, 7 de octubre de 2013

Silencio vivo en los labios



Creo que me gusta el viento cuando choca en mi cara, si! así helado y escalofriante. me gusta mucho mas cuando cada día me levanto y muero al abrir mis ojos, me pregunto esto es todo? tan gris y adictivo, tan dulce como la venenosa tristeza, como la cruel pesadilla de amar el alma. 

Esa belleza que se observa sin poder palpar, los silencios vivos en los labios de las “libre figura”, es tan detestable y puedo ver que nada satisface pues el ego hace de cristales unas escaleras interminables para defenderse, que simple es volverse adicto a esto, es muy fácil.

Lloro y me acuesto, bambaleando mis pies mirando el techo en busca de los rastros del pasado, sueñas la misma montaña rusa, te despiertas en la cima, y desde allí te desplomas hasta que la realidad te lleva al abismo…

Ese abismo donde solo soy yo y cuatro espejos, hueles lo terrible y la niebla espesa se cristaliza en tus ojos, ahora no soy nadie o nunca lo fui. las dudas despedazan la voluntad y fe y los espejos, esos jueces espeluznantes no se ven, pero están allí mirándote observándote desnudando tu pensamiento, y pudriendo todo por dentro, sus sátiras, sus afirmaciones degeneran al corazón.

y que es el demonio un juez de soledad, un juez jugando a destruir un cuerpo al cual el mundo ya le ha destrozado miles de veces el corazón.




By Andrés Arana
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