Andres Arana

sábado, 5 de octubre de 2013

Sesgado ante el inminente


Amor Devórame…

A quien le implora aquel sesgado hombre, caminando descalzo entre escarpadas tierras, observando su inminente caída al precipicio mientras el temor al olvido se esfuma como lo hizo su amada entre sus manos, la Noche de viernes en septiembre mientras lagrimas brotaban por los poros y se extinguía el aliento del único ser a quien amo. Los lívidos gritos retumbaban aun  en su mente como si si  aquella habitación de pesado sentir, de dolores y alegrías efímeras, estuviera presente.
A él, el amor le abandona en medio de sangrienta desgracia, su risa  osada  dibujaba en ella las tristezas ocultas, y la alegría de dar fin con un triste monologo que afligió tanto el corazón quedando como pedazo apetitoso de queso lleno de huecos, lleno de estúpidas historias dramáticas…
Oh! ella observa desde lo mas alto, que se advierte el abismo  y que la  densa oscuridad ceda los sentimientos, y el allí, erguido y estático en la punta del risco viendo el infernal horizonte, sin percatar la satisfacción de su amada.
Se arrodilla  e intenta gritar son intentos en vano, el eco no existe en el vació, toma sus ojos apretándolos fuertemente con las yemas de sus dedos, la sangre imparable se desborda, para  él  el dolor es nada y  ya nada es mas que su perdida, los avienta al abismo, sus manos en ensangrentadas  bajando lentamente hacia su ombligo aruña fuerte su abdomen y se abre lentamente,  despedazando su piel dejando en libertad los pecados mortales, el quiere ser libre, y sus entrañas empiezan a caer, su estomago e intestinos cuelgan de él, ese fétido y podrido interior ahora sale de si y el vació llena su interior la paz le es amable y coqueta, su corazón cae en las manos, y palpitando aún lo aprieta desmoronando en pedazos anómalos, sin dejar huella cae al vació, la muerte ya le ha tocado, por su nariz y oídos sale un fluido, su cerebro un licuado de pensares radicales, experiencias, sueños mondamos y aburridas ataduras se drenan por su figura bajando por la pared del risco tal si fuera un riachuelo.
he allí el hombre, el vehículo vació solo falta que el alma se libre del pecado y limpie de si las huellas del horror, su boca se abre  y empiezan a salir unas manos que hacen fuerza para dar espacio, el cuerpo inclinado y su cabeza mirando hacia el cielo, se rasga mas y mas la boca dejando el alma mudar de piel. Amada quien el lo alto ve como el alma desecha la cascara al abismo, saborea con su lengua pasándola por los labios humedeciéndolos  ansiosa de cenar, ansiosa de verle en su plato; alzando vuelo esta alma esmerada, anhela encontrarse con su amada, ingenuo, ignorando el destino que le aprecia.el choque de sus miradas y el temblor en los cielos, los rojos y azules en duelo, el fuego y el hielo apasionados, devastando todo a su paso, ese preciso momento de acercarse ambos tan enigmático, tan absurdo, tétrico y envidiable, el se deja caer en los brazos de ella, y en segundos es devorado con sutileza, sus ojos exclamaban paz, advierte un manjar delicioso, el amor le llena su estomago quien lo digiere con prisa, la esencia le recorre sus entrañas y sus venas, se coagula sangre sus fluidos se espesan, el dolor empieza aparecer y sus ojos se cierran, los oídos y todos sus sentidos se esfuman, la boca se cierra; ningún sonido, ninguna herida solo el amor que se trago ha sido su mortal bebida….

By Andrés Arana
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