Soñé que te ibas porque querías ser libre, porque sentías que yo te mantenía cautivo, porque decías estar sofocado y sentirte angustiado.
Te fuiste de mis ojos color café, como el café que te gustaba saborear en la mañana, ¿Lo recuerdas? Ese mismo que yo odiaba pero al cual agradecía por los rastros de felicidad que dejaba en tu rostro; y es que debo decir que adoraba la manera en que tus labios se curvaban avisando que una hermosa sonrisa estaba por llegar, sin embargo cuando creía que aquel gesto podría alcanzar su máximo esplendor, tu rostro se endurecía y solo queda el fantasma de una mueca que carecía de motivos y justificaciones; una mueca que dejaba mucho que desear.
DM.
Pesan realidades