Andres Arana

martes, 8 de abril de 2014

Alguna vez entre tú y yo...

Lentamente se desvaneció y como si fuera un insulto al amor, ya hoy ha dejado de latir el corazón que mantenía en pie a aquel que en sus pies yacía el fuego ardiente del infierno y la sigilosa duda que permaneció en sus pensamientos durante mucho tiempo; esas dudas hoy las he confirmado. El amor no era el problema porque no era ése el sentimiento, y nos fuimos abandonando nosotros mismos, púes es abandono de otros el decir adiós, es dar por muerta esa persona y sepultarla... Ése fue el amor que nos abandonó con un adiós...

Es triste andar descalzo por la arena del desierto, cuando podía llegar a ser para mi un edén, un paraíso lleno de fantasioso cuentos, sólo por tomar tu mano, mirar tus bellos rubios, tomarte entre ceja y ceja para escribirte un beso del más sincero y robar tus miradas para hacer poesía en tus labios...

Quiero olvidar pronto lo único que no se ha ido de ti, tu voz; esa que penetra mis sueños y me cuenta mil historias de una pasado pútrido, lleno hasta en las pausas de nosotros. He perdido ante el olvido y no voy a luchar más, no tengo fuerza púes el vació en mis adentros hace de mi un ser muerto, hueco, sin alma que vaga sin rumbo y que aún así ¡éso!, no tiene importancia, como si fuera el destino cruel, le he aceptado ya...

Se desvaneció tu sombra en el horizonte, el perfume que llevaba mi piel de ti, el sabor de los recuerdos, y la sensación de morir cuando no estabas junto a mi; ¡Se desvaneció! lo que un día nos unió, lo que un día nos hizo volar y soñar, eso se ha desvanecido, incluyéndome, incluyéndote, incluyendo lo que se construyo alguna vez entre tu y yo...



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