Andres Arana

lunes, 19 de mayo de 2014


Él: Estoy algo dañado en mi interior, el llanto me enloquece, el zumbido de las voces repitiendo tus desaciertos te carcomen, te hacen trizas, te pulverizan la voluntad y es cuando el dolor hace su entrada magistral directo a tu corazón. ¡Irónico, no estoy mal, no, no lo estoy!.

Ella: ¿Qué te falta?.

Él: ¡No me falta nada!, sólo me estoy partiendo poco a poco.

Ella: Continúa...

Él: Es como cuando te sientes como un terrón de azúcar, te presionan levemente y te desmoronas, te sumerges y te diluyes, así como si nada...
Simplemente ardes y te vuelves un poco oscuro.

Ella: Pero no somos terrones de azúcar, Andrés...

Él: ¡Ardes y todos se alejan!, entonces quemas, fundes con la mirada aquellas intensiones puras, nobles, ¡tal vez!, sinceras...
No piensas en nada sólo continuas, quemándote, volando, divagando...

Ella: Necesitas distracción, estás demasiado tiempo absorto en tu mente.

Él: Reproches se hacen eco, entonces lo que no se pudo allí está, intacto, lívido como un suspiro, sólo te recuerda que no pasó y se aparta de tu vista con rapidez, y de nuevo al dolor incesante. Te da la espalda, las cosas dan vueltas y quedas exhausto, desgastado, el tiempo pasó sin pasar nada y la nada te abruma, el silencio, el frío, desesperas y te hundes en un rincón de la cama, sólo allí encuentras oportuno hablar...

Ella:
...

Él: La pared al borde de tu camas es un refugio, las noches no se sienten, la luna te abandona, las canciones hablan historias tristes y las lagrimas no son cristales al caer, no son tan bellas. El nudo en la garganta te ahoga, el corazón deja de latir, el tacto se va, se entiesan los labios..

Ella:
No te entiendo...

Él:
 La nieve se tiñe de vino tinto, se tiñe de motas negras, otras rojas y el azul se ha ido para siempre. Las voces susurran el destino, la mirada fija en el techo, en lo blanco de lo eterno, y entonces no duermes, tus ojos no se cierran, terminas aferrado a tus piernas allí acurrucado sin poder escapar de esas cadenas.

Él: Aún sigo escribiendo y pienso que es un infierno, un infierno para mi...

Ella:
¿Qué es un infierno?.

Él: Tener tanto en la cabeza.

Ella: ¿No haz hecho nada para detenerlo?.

Él: ¿Detener esos demonios?.

Ella: Son parte tuya, de tu cabeza, puedes detenerlos...

Él: Ellos son la razón de ser en mi, de muchas cosas, detener eso es como matarme a pedazos o trocitos...

Ella:
Le haz permitido un puesto demasiado importante, le haz permitido adueñarte de ti y tu vida...

Él: Eso soy yo lucho contra esto...

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