Andres Arana

viernes, 16 de mayo de 2014

Ella...

«Sus ojos ardían, su piel era deseo, tal vez nieve, quizás, pura.
el alma se quiebra y su presencia advierte lujuria, en esa noche se ha perdido la cara luna.
Al tacto congela y los labios en llamas se queman
el agobio dibujando el ocaso, embebido en locura y delirio
quebrantando el aliento, ella sigilosa como un suspiro.
Se hunde en las heridas de mi piel
cómo aquel barco que desapareció de mi vista, en ese lago de silencios...»

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