Andres Arana

jueves, 20 de febrero de 2014

Mi alma se fundió con su sombra

En aquel tiempo, cuando el terror sacudía los cielos, las esperanza aquellas que se entreveían en las miradas de las personas se extinguían tan rápido como el suspiro de un enamorado. Los arboles en otoño débiles contra el viento lleno de furia bañaba el camino de hojas de tonos rojizos, recuerdo que acostumbrada a despojar hasta el último aliento del alma, me regocijaba en el pecho de sus cuerpos ya sin vida.

Un encantador campo bañado en carmesí qué inhibía la razón, a decir verdad era una derrota segura al luchar púes la voluntad yacía lejos de mi en esos instantes de belleza absoluta, el suspiro lento al sentir el placer, todo era lujuria y aberración...

Dejando al descubierto la pasión las gotas de sangre recorrían por el valle y las colinas excitadas ardían en llamas, en el delirio abracé la libertad y denuda recorrí danzando entre los ojos apagados de quienes fueron cautos por amor. 

Ese era el mejor refugio, el cual me conectaba en esencia con el interior y dejaba a flote las barbaries de mis más profundos deseos...

Bebía alucinada de placer, alegre en un mar de vida extinta, el olor de hierro corroído era un mangar para mis sentidos, era ese lugar perfecto donde mi alma se fundía con su sombra...


By Andrés Arana 
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