Andres Arana

jueves, 16 de enero de 2014

No sé

No sé cuantas veces la llamé por su nombre ni cuantas veces fue objeto de mi búsqueda pero lo qué es peor aún es que no sé cuantas otras la soñé. era evidente, desde aquel día en que la vi fui cautivo.

Desde ese día en que besé sus labios no pude dejar de pensar en ella, todo llevaba su huella como si mis instintos hubieran sido engañados, mis pensamientos formateados y fuera programado solo para ella.

Me he tragado todos sus encantos y los deseos despertados, tan absurdo que ya no veo otra cosa qué su delgado cuerpo, que sus bellos senos pálidos.

Que loco es lo que siento  y quedo privado de mis pensares cada instante que la veo, tal vez ya la endorfina recorra mi cuerpo y esa sensación placentera me mantenga dócil, qué a su voluntad quisiera ser yo doblegado para hacerle honor ante la luna y por testigo quede impresa en este cuento.

Si ella se llevase consigo la luna, las estrellas y la luz que ilumina mis certezas, he de plasmarla con la llama de pasión que emana el corazón y evocarle en inspiración, el amor más puro...

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