Andres Arana

miércoles, 29 de enero de 2014

Aún en las mentiras, ¡estuve!


Viví ciertamente... A tu voluntad te hice escultura qué emancipara mi alma endeble, que las palabras retumbaran en los oídos como ecos en los acantilados, bebí en las dulces mañanas el sabor de tus besos cómo si estuvieras bañada en caramelo, y me perdí buscándote en sueños púes ya sin cautela pronto era robado mi aliento, mi esencia...

Advertí entonces tristemente él amor que nacía entre mares de espumosas mentiras que adornaban tu silueta bien vestida, tus abrazos y compañía era la ilusión que me mantenían deambulando sedado de morfina, ese letal veneno que me corroía.

El dolor del silencio ante tu mirada fría era aquel gigante a quien mi corazón conquistaría, eso pensaba cuando te escribía poesía, cuando pertenecías a mis sueños de dichosas fantasías.

Mientras te acompañaba al lado tuyo por las noches en la cama y dormías como la luna lo hace de día, te miraba fijamente mientras recitaba los sentimientos que producías y con lagrimas recorriendo mis mejillas recordaba aquellos días  en que me decías: «Detesto las mentiras» Hoy ya no sé que parte de ti es verdad o si por el contrario fuiste siempre una ilusión y lo que decía yo conocer de ti era el invento que creo mi corazón engañando la razón por el amor que siento por ti...

Sólo quería escribirte de nuevo para decirte que aún en las mentiras, ¡Estuve para ti!...


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