Andres Arana

lunes, 2 de junio de 2014

Yo era suyo...

Yo era ese humo, ese que entraba a sus pulmones sin caución, sin reparo, yo era ese narcótico que inhibía su existencia, era lo que tanto la excitaba y hacía de sus mejillas una infinidad rosa, era quien le dejaba en delirio su intimidad, ¡yo era! su apetencia.

Residía en sus más oscuros deseos, en el momento de onanismo, ahí insinuaba ya, mi recuerdo. Yo era el café de sus venas, su reflejo en el fuego de las velas, yo ardía en su corazón, lo era, simplemente se fue alejando devorando las fresas que tanto le deleitaban...

Yo era suyo en esencia...

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